jueves, 11 de noviembre de 2010

No encuentro una salida de emergencia a todo lo que me está pasando. Por más que busco escapar hay algo que me retiene. Quisiera saber que es para agarrarlo y zarandearlo contra el suelo, pisotearlo y humillarlo. Interrogarle el por qué de su obsesión sobre mí. Esa persecución acechante día tras día, madrugada tras madrugada.
Cada despertar creo encontrarlo recostado paciente esperando mi presencia cobarde que no sabe si resignarse o empezar por comerse el mundo. El mundo. Paradigma de la vida.
Si supiera qué decir empezaría por patearle a insultos para regodearme sobre su reflejo; pero al ver que no es posible al deconocer su yo pues me suelo conformar con meditar. Sinceramente más que con esto, con la idea de soñar, imaginar que vuelo a ras del suelo tentando ese hilo que me separa de la vida, rasgando el aire con mi cuerpo y haciendo de ambos un cómputo perfecto. Desgracia que despierto justo en ese momento para aterrizar en la realidad del día a día. La de todos: noticias fúnebres bombardean mis oídos al encender la radio cuando me dispongo a revolucionar mi coche; por la calle veo gentes de todos los tamaños y para todos los gustos; la ciudad me indica por dónde tengo que caminar y si me dejas, me atrevería a decir que hasta se toma la licencia de decirme con quién...
Valor que se localiza resguardado a escondidillas delante decada uno de nosotros esperando más que ser avistado, ser tenido en cuenta. El paradigma de la vida vuelve a resurgir no sólo en los retales sino por igual o con mayor furia en lo nimio de esos retales que para mi lo son todo en mi vida.

martes, 2 de noviembre de 2010

Siempre adelante, siempre a la izquierda. Por Marcelino Camacho.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Todos somos Nada en este mundo que también lo es dentro de un gran universo que posiblemente sea también NADA.