sábado, 14 de mayo de 2011
Entonces es el momento de levantarte, decirte a ti mismo que no vivimos para sufrir eternamente y, lentamente abrir los ojos, para algún día, poder volver a abrir tu corazón... recuperable. Cuando ya no tienes un impulso que te haga abrir los ojos cada mañana, cuando deseas dormir y que al despertarte sea todo como antes. Cuando en tu cabeza solo hay una cara, un nombre y una mirada y todo es pequeño y mediocre a su lado. Cuando ves con una claridad enorme que tus peores miedos se han cumplido y que ha llegado el final.
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